Una tarde en familia para recordar

 

Las fotografías tienen un poder evocador brutal, con tan solo mirarlas son capaces de transportarnos a ese preciso instante. Nos despiertan los sentidos, percibimos el sonido de aquel día, la risa de nuestros hijos o cómo soplaba el viento. Nos viene la imagen de la luz que había, podemos incluso recordar el olor y las sensaciones que experimentábamos.

Las fotografías almacenan nuestros recuerdos y son puertas de entrada para volverlos a revivir. Y yo quiero atesorar los momentos compartidos con mi familia, poder volver a ellos cuando quiera. La vida va demasiado deprisa, las niñas se van haciendo grandes y siento que tenemos muy pocas imágenes todos juntos. Dentro de unos años quiero poder tener el testimonio de cómo éramos entonces. ¿Te pasa algo similar?

Conocí a Caro Canyelles, fotógrafa especializada en fotografía familiar en un taller de planificación de comunicación en el estudio de Esther Barniol. Enseguida conecté con ella. Está llena de energía, simpatía y de miles de ideas. Nunca para de pensar en cosas nuevas para hacer, algo que comparto. Congeniamos tanto que supe que quería que fuera ella la que captará en imágenes a mi familia.

Atrapando el momento más genuino.

 

 

La primera parte de la sesión la hicimos en el jardín de casa, nuestro lugar de descanso y juegos. Podría habernos resultado extraño, estar ahí los cuatro mientras nos fotografiaban. De hecho, yo era la única que estaba acostumbrada a hacer sesiones para Mon Aroma, aunque en esos casos cada elemento está muy marcado y hay un guión. Pero Caro llevó la sesión de una forma natural y sencilla, las niñas enseguida conectaron con ella y en ningún momento tuvimos que posar. Sencillamente hicimos lo que hacemos siempre y fuimos nosotros tal cual somos. Ya lo dice siempre ella, que hace imágenes con esencia para familias que pasan del postureo. Y así es, Caro logró captar lo que hoy es nuestra familia, su realidad más profunda.

 

 

Para aprovechar la bonita luz del atardecer de los días de verano subimos a la Serra, un mirador en el que se tiene una panorámica del pueblo de Alpens, donde vivo, y también de la mágica montaña del Pedraforca. Es un lugar muy especial para nosotros, no solo por sus maravillosas vistas, sino porque allí, Roger y yo nos casamos cuando estaba embarazada de 8 meses, cuando justo faltaban 15 días para que naciera Maria. Quería que este espacio, que tanto significa para mi familia, también estuviera presente.

 

 

Una de las muchas cosas buenas de las sesiones de Caro es que no solo las hace en tu casa sino que va allá donde quieras para que tus fotos familiares tengan vuestra esencia más auténtica. Y, en cualquier época del año. La experiencia con Caro ha sido tan extraordinaria que ya estoy dándole vueltas a las fotos de Navidad en familia. ¡Ah! Además si al final te decides a reservar una sesión con ella y le dices que vienes de mi parte tendrás un regalo que te va encantar tanto como a mí: una peana de madera con tus fotos impresas para que el recuerdo de ese instante en familia esté mucho más presente.

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